Rojo y negro: Capítulo XLVI
Rojo y negro de Stendhal A la una de la madrugada Era un jardín muy grande, dibujado pocos años antes con gusto perfecto; pero los árboles tenían más de un siglo. Se le encontraba cierto sabor campestre. MASSINGER Iba a escribir a Fouqué dándole contraorden, cuando sonaron las once. Hizo funcionar con ruido la cerradura de la puerta de su cuarto, con objeto de simular que se encerraba con llave, y salió con paso de lobo, a fin de ver qué pasaba en la casa, sobre todo en el cuarto piso, habitado por la servidumbre. Nada de extraordinario ocurría. Una de las doncellas de Matilde recibía aquella noche en su cuarto, donde la mayor parte de los criados tomaban alegremente ponche. -Los que con tanta alegría ríen- pensó Julián- no es posible que hayan de formar parte de la expedición nocturna: sería poco serio. Fue a emboscarse en el rincón obscuro del jardín, al objeto de ver llegar a las personas encargadas de sorprenderle, pues calculó que, si el marqués de...
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