Rojo y negro: Capítulo XXVIII
Rojo y negro de Stendhal Una profesión La emoción se había apoderado de todos los corazones. Parecía como si la gloria de Dios hubiese descendido a aquellas calles, engalanadas y enarenadas por la piedad de los fieles. YOUNG De nada sirvió a Julián empequeñecerse y hacerse necio; no consiguió contrarrestar los prejuicios de sus camaradas, ni vencer la malquerencia de sus superiores. Entre éstos no había más que uno que le tratase con simpatía: el señor Chas-Bernard, maestro de ceremonias de la catedral, y aspirante a una canonjía que le tenían ofrecida desde quince años antes. Era también el catedrático de elocuencia sagrada en el seminario. Julián asistía a su clase, y mereció que su profesor le llevase con frecuencia al jardín para pasear juntos. En las horas de paseo, el maestro de ceremonias se pasaba a veces mucho tiempo hablando a Julián, con no poco asombro de éste, de los ornamentos sagrados que poseía la catedral. Tenía diecisiete casullas de...
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