Rojo y negro: Capítulo XXXIX
Rojo y negro de Stendhal El baile El lujo de las toilettes, el brillo de las luces, los perfumes: tantos brazos desnudos, tantas espaldas divinas; flores, armonías de Rossini que extasían el oído, cuadros de Ciceri que encantan la vista... ¡Estoy fuera de mí! Viaje de Uzers -Estás contrariada, de mal humor- dijo la marquesa de la Mole a su hija-. Te lo advierto porque no se armonizan bien el mal humor y la permanencia en un baile. -Me duele un poco la cabeza- contestó Matilde-. ¡Hace aquí tanto calor...! Como para justificar a la señorita de la Mole, en aquel momento se encontró indispuesto el barón de Tolly. Cayó desplomado y hubo necesidad de retirarle del salón. Corrió la voz de que había sufrido un ataque de apoplejía, incidente desagradable que no mereció la atención de Matilde, que se había impuesto la obligación de no mirar nunca a los viejos ni escuchar historias tristes. Bailó, para no tener que escuchar los comentarios sobre el ataque de...
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