Segundo Libro de La Galatea: 14
-Razón tendrías en lo que has dicho, ¡oh Tirsi! -replicó Elicio-, cuando mis deseos se desviaran del camino que a su honra y honestidad conviene; pero si van tan medidos como a su valor y crédito se debe, ¿de qué sirve tanto desdén, tan amargas y desabridas respuestas, y tan a la clara esconder el rostro al que tiene puesta toda su gloria en sólo verle? -¡Ay, Tirsi, Tirsi! -respondió Elicio-, y cómo te debe tener el amor puesto en lo alto de sus contentos, pues con tan sosegado espíritu hablas de sus efectos. No sé yo cómo viene bien lo que tú agora dices con lo que un tiempo decías cuando cantabas: «¡Ay, de cuán ricas esperanzas vengo al deseo más pobre y encogido!»; con lo demás que a esto añadiste. Hasta este punto había estado callando Erastro, mirando lo que entre los pastores pasaba, admirado de ver su gentil donaire y apostura, con las muestras que cada uno daba de la mucha discreción que tenía. Pero, viendo que, de lance en lance, a...
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