Superchería: 02
Capítulo II 02 Pág. 02 de 10 Superchería Leopoldo Alas En esto estaba cuando el tren se detuvo porque había llegado a una estación, y a pocos segundos se abrió la portezuela del lado opuesto al que ocupaba Nicolás, dejando paso a un bulto negro. Era una monja. Nicolás, al ver que alguien subía, se había sentado en su rincón, sumido en la sombra, porque la oscura luz del techo agonizaba y no tenía fuerza para alumbrar los extremos del coche. -Aquí, que no hay nadie, en este reservado -le habían dicho a la monja; y allí había entrado. Ya había emprendido la marcha el tren, cuando ella notó, acostumbrada a aquella media oscuridad, que en el rincón opuesto había un bulto humano. «Será una mujer» pensó, porque creía ir en un reservado de señoras. Llevaba la cara descubierta; era joven, blanca, con grandes rosas en las mejillas, los ojos pardos, rasgados, de pestañas largas en onda, de mirada quieta y sincera. Miraba con fijeza a la oscuridad...
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