V. Jenny y Karl se casan
Un ofrecimiento estimulante, pero imposible Luego de las vacaciones, Karl y Jenny deciden pasar un tiempo en casa de la familia Westphalen, en Kreuznach. Fue en esa ocasión cuando Marx tuvo la oportunidad de mostrar algunos de sus rasgos más incisivos: sus vehementes principios y su característica rudeza. Un amigo de su padre irrumpe en el domicilio de los Westphalen ofreciéndole —ya que ocupaba un cargo oficial— un puesto dependiente del gobierno. Es posible que el ingenuo emisario no conociese el carácter irascible del filósofo o, quizá, con ello intentara comprar su silencio, su aprobación, acallar su prédica. Marx montó en cólera, expresándose en un acceso de ira típico en él, que hasta sus enemigos respetaban por la audacia.
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