Veinte años después: LXXVII. Fatalidad
Veinte años después: LXXVII. Fatalidad de Alejandro Dumas En efecto, no bien pronunció Artagnan estas palabras resonó un silbido en el falucho que ya empezaba a perderse entre la bruma y la oscuridad. –Ya veis que algo quiere decir eso dijo Artagnan. En aquel momento se divisó la luz de un farol sobre cubierta, y tras ella se extendieron algunas sombras. De pronto atravesó el espacio un grito terrible, un grito de desesperación, y como si a su sonido se desgarraran las nubes, se apartó el velo con que estaba encubierta la luna, y en el cielo plateado por su débil luz, se dibujaron el pardo velamen y la negra jarcia del falucho. Corrían sobre él sombras frenéticas, y mil gritos terribles acompañaban sus desesperados ademanes. En medio de estos gritos apareció Mordaunt sobre el castillo de popa llevando una antorcha en la mano. Los que tan desesperadamente corrían sobre cubierta eran Groslow y sus marineros, a los cuales había reunido el primero a la hora...
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