Veinte años después: LXXXVIII. El brazo y la cabeza
Veinte años después: Capítulo LXXXVIII. El brazo y la cabeza de Alejandro Dumas La cena fue silenciosa, pero no triste, pues de vez en cuando animaba el rostro de Artagnan una de esas sonrisas de inteligencia que le eran habituales en los momentos de buen humor. Porthos no perdía ninguna, y cada vez que las veía prorrumpía con alguna exclamación que probaba a su amigo que si bien no le comprendía, no perdía de vista el pensamiento que en su cerebro se agitaba. A los postres recostóse Artagnan en el respaldo de su silla, cruzó las piernas y se contoneó con todas las apariencias de un hombre satisfecho de sí mismo. Porthos apoyó la barba sobre las palmas de las manos, puso los codos sobre la mesa, y miró a Artagnan con la confianza a que debía aquel coloso su simpática expresión de benevolencia. ––Hablemos ahora ––dijo Artagnan pasado un instante. ––Hablemos ––repitió Porthos. ––Decíais antes, amigo mío... ––¿Yo? Nada. ––Sí tal;...
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