VII Arranque de una obra

SI nos adelantamos a los acontecimientos podremos transcribir, en este momento, unos párrafos de cierta entrevista que un periodista mejicano le hizo a Valle-Inclán cuando, veintitantos años después de su primer viaje, el escritor, ya en olor de celebridad, volvió a Méjico por segunda vez. Valle-Inclán dijo entonces al reportero de El Universal: «Hace veinticinco años que estuve por primera vez en Méjico y usted no sabe cuán grato a mi espíritu es regresar de nuevo a este país, en donde yo encontré mi propia libertad de vocación. ¿Por qué? Voy a decírselo en seguida: mis padres, allá en España, querían que yo me recibiese de abogado, es decir, que yo terminase esa carrera espantosa a la cual yo no tenía ninguna inclinación, a pesar de que ya sólo me faltaba el último examen. Pues bien, para no terminarla me trasladé a Méjico con el dinero que me dieron para recibirme, y aquí empecé a seguir mi propio camino, es decir, el literario, no sin antes haber...

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