XII. Lleno de fe en sí mismo
El credo de un pintor rebelde «Dile a Serret que a mí me desesperaría que mis figuras fueran buenas, dile que no las quiero académicamente correctas, dile que si fotografiara un hombre que cava, la verdad es que no cavaría. Dile que encuentro las figuras de Miguel Angel admirables, aunque las piernas sean decididamente largas, los muslos y caderas demasiados anchos. Dile que a mis ojos Millet y Lhermitte son por esto verdaderos pintores, porque ellos no pintan las cosas como son, de acuerdo a un análisis somero y seco, sino como ellos las sienten. Dile que mi gran anhelo es aprender a hacer tales inexactitudes, tales anomalías, tales modificaciones, tales cambios de la realidad, para que salgan, ¡pues claro!… mentira si se quiere, pero más verdaderas que la verdad literal.»
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