El domador (Daireaux)
Tipos y paisajes criollos - Serie IV El domador de Godofredo Daireaux El domador El cisne mal sabe caminar en tierra, pero es hermoso, cuando, sin esfuerzo, hiende las aguas. El domador, con sus piernas arqueadas, sus botas de potro y sus espuelas enormes que, a cada paso, hacen criss, criss, en el suelo, hace acordar, cuando camina, al pesado cisne; pero también al cisne nadando hace acordar el domador, cuando, pegado en el lomo del potro, resiste, sin esfuerzo aparente, las feroces defensas del animal, y lo deja vencido, sometido, doblegado, admirado de la fuerza humana. El domador necesita tener, y tiene inconscientemente, un conjunto de cualidades que, menos especializadas, aplicadas a otros objetos y desarrolladas en formas variadas, bastan para colocar al hombre culto que las tiene, en el rango más elevado de la humanidad. Sin saberlo, por la costumbre nata y casi atávica que de ello tiene, da prueba cotidiana del dote viril por excelencia: el valor sereno, que busca...
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