Alabado

30/01/2015 1.724 Palabras

I. ESPAÑA Forma literario-musical. Tiene un doble sentido: como alabanza al Santísimo y a la Inmaculada Concepción de la Virgen, y como alabanza a algún santo. En sus dos sentidos es originario de España, pero las alabanzas se hicieron más populares en Hispanoamérica. El texto de la que parece la forma original consiste en dos cuartetas, que pueden presentar una redacción ligeramente diferente. Varios compositores españoles de los ss. XVII y XVIII le pusieron música a ésta, que fue la más popular, o a alguna otra parecida: “Oh admirable Sacramento,/de la gloria dulce prenda:/tu nombre sea alabado/en los cielos y en la tierra;/y la pura Concepción/del Ave de gracia llena,/sin pecado original,/por siempre alabada sea”. Estas dos cuartetas tuvieron una gran difusión y notable importancia en la música religiosa de los ss. XVII y XVIII. Se las llamaba, indistintamente, por el íncipit (Oh Admirable) o por el contenido (Elogio al Santísimo, Alabado). El autor de esta letra es desconocido, pero puede datarse en fecha próxima a 1650, pues varios años antes de fines del s. XVII debía de haberse hecho muy popular por diversas regiones de España, dado que son ya varios los compositores que por entonces le pusieron música. En realidad, se trata de un concepto muy difundido en España, con el fuerte movimiento concepcionista que tuvo lugar en el s. XVII. Para citar un ejemplo bien elocuente ha de recordarse que Francisco Correa de Araujo puso, como una especie de apéndice a su libro de tientos publicado en Alcalá de Henares en 1626, el canto llano de la Inmaculada Concepción de la Virgen María: “Todo el mundo en general/a voces, Reina escogida,/diga que sois concebida/sin pecado original”, al que siguen varias glosas o variaciones, terminando con esta inscripción, que sirve también de colofón a la obra: “Alabado sea el Santísimo Sacramento/y la Inmaculada Concepción/de la Virgen María,/Nuestra Señora,/concebida sin mancha/de pecado original”, que refleja idénticos conceptos que el alabado. En Burgos se compuso una adaptación en honor del Santo Cristo, de profunda devoción en la ciudad y sus contornos: “Oh admirable Redentor,/dulce Jesús, gloria eterna:/tu pasión sea alabada/en los cielos y en la tierra./Y en su soledad y llanto/María, de dolor llena,/sin pecado original,/por siempre alabada sea”. El padre Pedro de Tafalla, de El Escorial, tiene uno con una pequeña variante en el texto: Oh inefable Sacramento. El alabado solía ser compuesto en una forma que puede calificarse de intermedia entre el estilo severo de las obras en latín y el más fácil y sencillo de las obras en vulgar. Generalmente se componía a pocas voces, por lo común tres o cuatro (incluso por autores que utilizaban de modo ordinario seis, ocho, doce o más voces), muy frecuentemente para voces blancas o para solos.

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