I. BIOGRAFÍA Recibió las primeras lecciones de música de su padre, Juan Simón de Arriaga, natural de Rigoitia (Vizcaya), que había sido en su juventud organista de la anteiglesia vizcaína de Berriatúa. Más tarde su padre ejerció el oficio de escribano en Guernica y en 1804 se trasladó a Bilbao, donde instaló una oficina y almacén de comercio de diversos artículos. Juan Crisóstomo pronto comenzó a estudiar con Fausto Sanz, violinista de la capilla de música de la basílica de Santiago. Al poco tiempo frecuentaba las sociedades musicales y tocaba el violín en público. La música de salón había arraigado en Bilbao en el s. XVIII, siguiendo el ejemplo europeo. A principios del s. XIX el lugar de reunión que ejercía mayor atracción era el domicilio de los Mazarredo, donde fueron estrenadas las primeras obras de Arriaga. También el domicilio de Eladio Villabaso constituyó un centro musical de primer orden. En él tenían lugar conciertos de salón en los que Arriaga llevaba la parte de primer violín en los cuartetos clásicos que se interpretaban. Hay un testimonio de aquellas reuniones gracias a un dibujo a tinta china hecho por Juan Crisóstomo a los once años, con una dedicatoria a Luisa de Torres y Urquijo, aficionada y pianista. En él están representados, delante de sus atriles, el mismo Arriaga, Palme, Sonís y Labat, que formaban el cuarteto. En estas reuniones, germen de las futuras sociedades filarmónicas y orquestas, se hacía música de calidad, que sin duda debió de influir en el joven Juan Crisóstomo de Arriaga, cuyas obras más importantes serían los tres cuartetos de cuerda. Aunque se trate de una figura individual y excepcional, es evidente que el clima en el que se desenvolvió desde su infancia debió de ayudar a la formación de su personalidad musical.