Conjunto histórico del Palacio del Potala en Lhassa
Muros blancos, tejados dorados Tanto los peregrinos como los turistas extranjeros esperan que este fenómeno se produzca. La esperanza de ver alguna vez en la vida el Potala llevó a aventureros como Alexandra David-Néel o Heinrich Harrer a emprender el que puede considerarse el más difícil de los viajes. Su visión sobrepasa con diferencia a la de cualquier otra fortaleza del Tíbet. A los peregrinos que llegaban antiguamente a Lhasa, tras meses de un viaje lleno de privaciones, la morada de su líder político y sumo sacerdote les debía parecer la perfecta expresión del poder supremo de las altas esferas sagradas, de cuya bendición esperaban ansiosos ser partícipes.
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