Sus orígenes y su formación Lutero creció en un ambiente piadoso y de estricta disciplina. Tras estudiar en la Escuela Latina de Magdeburgo (1497) y en Eisenach (1498), ingresó en la Universidad de Erfurt (1501), donde se graduó como bachiller en artes en 1505. Ese mismo año, preocupado por su salvación, decidió entonces seguir la vida religiosa, y solicitó su admisión en los agustinos de Erfurt, en contra de los deseos de su padre, quien quería convertirlo en hombre de leyes. El convento de Erfurt seguía una estricta regla agustiniana, y en ella se formó Lutero mientras se preparaba para su ordenación sacerdotal, que tuvo lugar en 1507. Posteriormente prosiguió su formación en la Universidad de Wittenberg (profesor en 1508), y se ganó la confianza del vicario general de los agustinos en Alemania, Johann von Staupitz, bajo cuya dirección se dedicó al estudio de las Sagradas Escrituras, y quien en 1510 lo envió a Roma como legado suyo. En ese viaje comenzó Lutero a tomar conciencia del relajamiento de las costumbres en la curia romana, al constatar sus abusos y defectos, que influyeron desagradablemente en él. Dedicó los años siguientes a sus actividades pastorales y a la enseñanza de la teología, al tiempo que maduraba su doctrina sobre la justificación por la fe, eje del luteranismo. En efecto, de 1513 a 1517 se operó una transformación en su mundo interior. En San Pablo encontró el texto: “Seréis salvados por la gracia y por la fe.” Interpretó de ahí que la justificación se verificaba por medio de una imputación de los méritos de Cristo: las buenas obras de los hombres no sirven para nada; sólo nos justifica la fe en Cristo.